miércoles, 3 de noviembre de 2010

LA MARIA DE LA BIBLIA (Parte III)

MARIA NO TENIA UN ENTENDIMIENTO PLENO DEL MINISTERIO Y EL PROPOSITO DEL SEÑOR JESÚS.

EL CARÁCTER DE MARIA.

El carácter de la María en la Palabra de Dios, es muy diferente al que pinta la iglesia católica. En las escrituras encontramos una María fiel al Señor, pero imperfecta, y sin comprender a cabalidad el ministerio de su hijo.
Lo que la Biblia nos muestra es una mujer que aunque no comprendía por completo todo tocante al Señor Jesús, todavía ejercía fe en Dios. ¡Que tremendo ejemplo para nosotros hoy! Pero aunque es un tremendo ejemplo, no es digna de nuestra adoración.
Una de las pruebas más grandes de que María de la biblia no era inmaculada, como es la María del catolicismo. Es que realmente no comprendió el propósito del ministerio de Jesús. Veamos algunos ejemplos de ello:

  • El nacimiento del señor Jesús. El nacer de Jesús en Belén de Judea, los ángeles anunciaron a unos pastores la llegada del mesías prometido. Los pastores vinieron apresuradamente a ver y adorar a Jesús. Después que los pastores se habían ido, el evangelista Lucas bajo la inspiración del Espíritu Santo nos da un detalle que confirman las características antes mencionadas de María. Lucas 2:19 “pero María guardaba todas las cosas meditándolas en su corazón.” Es decir, ella no comprendió el por que llegaron los pastores para adorar a su bebé. Y precisamente porque no lograba entender, María meditaba en esto de manera continua.

  • En la adolescencia del señor Jesús. El siguiente relato que encontramos de María y Jesús. La encontramos en Lucas 2:41-51, cuando Jesús tenia doce años de edad. Junto con sus padres fueron al templo a Jerusalén. Al regresar ellos a Nazaret, después que habían terminado las fiestas, Jesús se había quedado en Jerusalén con los doctores de la ley. José y María pensaron que Jesús venia con unos de los parientes. Cuando se dieron cuenta que Jesús no venia con ellos en el camino, regresaron a Jerusalén y lo hallaron en el templo. Al encontrarlo sentado con los doctores de la Ley se sorprendieron, es decir, que hallaban eso raro y extraño. María le dijo; “hijo. ¿Por qué nos has hecho así? He aquí tu padre y yo te hemos buscado con angustia.” Jesús les responde en el verso 49. Pero el verso 50, nos demuestra algo significativo de María, dice: “mas ellos (incluye a María) no entendieron las palabras que les hablo.” Ni María ni José llegaron a captar el profundo de la respuesta. Y de igual manera como en el caso de los pastores, María se limitó a guardar aquellas palabras y meditarlas en su corazón.

  • Durante el ministerio del señor Jesús. El primer relato lo encontramos en Juan 2, donde Jesús convierte el agua en vino. El hacho de que se había acabado el vino provoco una rápida reacción de María, quien hizo notar a Jesús la falta de vino. Jesús le dijo “¿Qué tienes con migo mujer? Aun no ha venido mi hora.” Sin duda las intenciones de María eran buenas, pero había también un claro desconocimiento de cómo debía desarrollarse la misión de Jesús.

  • Esta misma tendencia de inferir en el ministerio público del Señor, vuelve a aparecer repentinamente en los evangelios. Cuando Jesús estaba predicando, María y los hermanos de Jesús lo pretendían interrumpir para hablar con Él. A esto el señor Jesús responde de una manera muy clara: “y extendiendo su mano hacia sus discípulos, dijo: he aquí mi madre y mis hermanos. Porque todo aquel que hace la voluntad de mi padre que esta en los cielos, ese es mi hermano, y hermana, y madre.” Mateo 12:46-50.
Vemos que en ningún momento, Jesús otorgó una consideración especial a su madre por razón de serlo. De hecho consideraba de igual valor para Él a cualquiera que hiciere la voluntad de Dios.

Aunque Jesús reconocía la bienaventuranza que significaba el haberle dado a luz. Él consideraba que existían bendiciones espirituales mayores. En cierta ocasión mientras Jesús predicaba, una mujer de en medio de la multitud levanto la voz y dijo. “Bienaventurado el vientre que te trajo, y los senos que mamaste.” Una clara referencia a María. Si Dios hubiera querido que a María le rindiéramos adoración, este hubiera sido el momento preciso de establecerlo. Pero Jesús procede a enseñar que hay una bendición aun mayor. Note lo que dice: “…antes bienaventurado los que oyen la Palabra de Dios, y la guardan.” Lucas 11:27-28. Sin duda el ser la madre de Jesús esa un signo de bendición. Pero ante los ojos de Jesús, el escuchar la palabra de Dios y guardarla es mucho mejor.

Estudio tomado del libro
El catolicismo bajo la lupa de la Palabra de Dios.
Autor:Pastor Esteban Drost.
Editorial: Pentunida.

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